Una «matriz de disenso ontológico» no es un concepto estandarizado, sino una herramienta metodológica o analítica para abordar conflictos profundos donde no solo hay distintas opiniones (disenso), sino también diferentes comprensiones de la realidad misma (ontología). En lugar de buscar un consenso sobre una única realidad, la matriz sirve para reconocer la coexistencia de múltiples «mundos» o marcos ontológicos.
Conceptos clave
- Disenso ontológico: Esta idea sostiene que no hay un único mundo universal sobre el que la gente simplemente opine de manera diferente. En cambio, en un territorio o situación coexisten múltiples mundos, cada uno con sus propias reglas, entidades y lógicas.
- Ontología: Se refiere a la rama de la filosofía que estudia el ser y la realidad. En este contexto, no se trata de una teoría abstracta, sino de las realidades que las personas experimentan y construyen a través de sus prácticas cotidianas, sus creencias y sus relaciones con el entorno.
- Matriz: Es el instrumento conceptual que permite organizar y contrastar estas distintas ontologías. No busca resolver las diferencias, sino hacerlas visibles y legítimas, reconociendo que el conflicto es un choque de realidades, no solo de posturas.
¿Para qué sirve una matriz de disenso ontológico?
Esta metodología que hemos desarrollado e implementado junto a investigadores en diálogo con comunidades en contextos de conflicto, resulta útil en los siguientes escenarios:
- Conflictos territoriales: Un conflicto ambiental puede no ser solo un debate sobre la mejor política pública o la conveniencia de desarrollo industrial. Puede ser el choque entre un mundo en el que la tierra es un recurso económico explotable y otro en el que la tierra es un ser vivo con el que se tiene una relación de parentesco. La matriz ayuda a mapear estos mundos.
- Investigación social: En lugar de buscar una verdad objetiva, los profesionales usan la matriz para describir y analizar las diferentes realidades que habitan los participantes. Esto enriquece el entendimiento del problema sin forzar una visión hegemónica.
- Diálogo y reconocimiento: Cuando no se puede llegar a un consenso, la matriz puede abrir un espacio para el reconocimiento mutuo. No busca un acuerdo, sino legitimar la diferencia y permitir que las distintas lógicas coexistan de manera más comprensiva.
¿Cuándo podemos aplicarlo?
Imaginemos una comunidad indígena que se opone a la construcción de una desaladora por parte de una empresa en la patagonia donde cada uno de los elementos de la naturaleza, sus piedras, la rivera, los peces, los guanacos, representan un aspecto sagrado.
- Perspectiva de la empresa (ontología productiva, extractivista): El agua de mar es un recurso hídrico, una fuente relevante para un proceso industrial que se puede explotar para generar crecimiento económico y desarrollo para la región y el país. El territorio es una unidad geoeconómica.
- Perspectiva de la comunidad (ontología relacional): El mar, el río, los animales son seres vivos y sagrados con el que la comunidad tiene un vínculo ancestral. No es un recurso, sino parte del tejido social y espiritual que sustenta la vida. El territorio es una entidad viva y relacional.
La matriz de disenso ontológico en este caso no intentaría fusionar estas visiones ni decidir cuál es «verdadera», sino mapear ambas realidades de forma legítima, identificando:
- Entidades: Para la empresa, el agua de mar; para la comunidad, es un ser sagrado.
- Relaciones: La empresa tiene una relación de explotación; la comunidad tiene una de cuidado y parentesco.
- Consecuencias del conflicto: El conflicto no se trata de un simple desacuerdo sobre el uso del agua, sino de la destrucción de un mundo a ojos de la comunidad, o del bloqueo del «progreso» a ojos de la empresa.
Entonces
En definitiva, la «matriz de disenso ontológico» es un andamiaje conceptual para abordar conflictos que van más allá de una simple diferencia de opiniones. Su propósito es reconocer la existencia de múltiples realidades (ontologías) en pugna, promoviendo el reconocimiento de la diferencia en lugar de la imposición de un consenso único. Esto permite generar un rico y beneficioso intercambio de perspectivas, y abre posibilidades de entendimiento inéditas al estar situadas no desde la visión hegemónica, sino del reconocimiento. Disminuye la potencial conflictividad y judicialización.